Elena Górriz Royo nos ha dejado. Se ha ido dulcemente tras afrontar la enfermedad con toda la energía que, sorprendentemente, albergaba su delicada figura.
En el ámbito académico deja como herencia el conjunto de estudios dedicados a los delitos contra la ordenación del territorio y del medio ambiente, una materia en la que Elena Górriz era y seguirá siendo el referente indiscutible en la doctrina penal española. Asimismo, se adentró en cuestiones tan centrales de nuestra disciplina como la autoría o la omisión, y lo hizo aportando una mirada nueva al contemplar las categorías desde la concepción significativa de la acción, cuyo alcance no se le podía ocultar a una inteligencia tan despierta. Esto lo mantuvo, literalmente, hasta el último día de su vida. Ayer mismo se publicó en Indret, su último artículo (Criminal compliance ambiental y responsabilidad de las personas jurídicas a la luz de la LO 1/2015, de 30 de marzo), que corrigió al tiempo que construía imaginarios planes de futuro alrededor del proyecto de investigación del que era investigadora principal. También ayer pudo ver al fin hecha realidad una vieja ilusión: su Introduction to substantive Criminal Law, un manual para el selecto grupo de estudiantes de derecho que tenía a su cargo y que representaban un reto para cualquier docente. Los retos eran lo suyo. Lo fueron desde cuando era una brillante estudiante en la universidad de Castellón, y decidió hacer un Erasmus de verdad en la Universidad de Linz y volvió sabiendo más alemán que ninguno de nosotros. También fue un reto aceptar tan joven el nombramiento como asesora del ministro Antonio Alonso, cargo que ejerció con gran dedicación y solvencia, lo que no le impidió, sin embargo, preparar la titularidad, que ganó en La Coruña. Su primer destino fue su universidad de origen. Pero hablar de Elena era hablar de movimiento. Así que se marchó a Valencia. Y de allí a Freiburg, a Roma y luego a Berkeley donde fue un referente entre los profesores visitantes. En un mes se hubiera ido a Harvard. Ya no tendrán el privilegio de conocerla.
Cualquiera que haya trabajado con Elena sabe de su buen hacer, de su optimismo innato, de su generosidad y su entrega. Como docente siempre estaba entre los elegidos y lo mismo sucedía cuando se trataba de la gestión que, aún sin ser de su agrado, ejecutaba de modo eficaz, eficiente y sin quejas. El Departamento de Derecho público de la Universidad Jaume I de Castellón y el Departamento de Derecho penal de la Universidad Valencia estarán siempre en deuda con ella.
El Grupo de Estudios de Política Criminal representaba mucho para Elena. Participó en nuestras reuniones incluso cuando su salud lo desaconsejaba y contribuyó decisivamente en la redacción de nuestra regulación alternativa contra la corrupción urbanística (2010). Su pluma, anónima como todas, escribió sintiendo el orgullo de ser reconocida como autoridad en un grupo que para ella era el de sus maestros.
Hoy, todos, maestros, compañeros y amigos tenemos que lamentar que la vida no le haya permitido desplegar el enorme potencial jurídico que Elena albergaba. Pero, sobre todo, tenemos que lamentar la ausencia de la amiga entrañable, maravillosa y buena que Elena era. Adiós pequeña.